Antescendentes y Filosofía del Chamanismo, la Sanación y la Formación
El Chamanismo es una vía espiritual que concibe a las personas plenamente integradas con la tierra en un modelo de universo que incorpora el normalmente invisible mundo del espíritu: la ecología, las estaciones y su equilibrio, plantas, animales, ciclos de vida y muerte, culturas, tradiciones y antepasados, dioses, diosas y los espíritus de todas estas entidades. La vivencia, el bienestar o la salud humana existen solamente en conexión y equilibrio con esa compleja ecología. La salud humana solamente se concibe integrada con la salud del planeta y todas sus especies de habitantes, ya sean del reino animal, vegetal, mineral, como etérico.
Los desequilibrios modernos nos separan de nuestra propia naturaleza. Colocar lo material ante lo espiritual, lo científico por encima de lo tradicional (o... ), son algunas de las causas del malestar humano y ecológico.
Con el Chamanismo intentamos sacar provecho de las señales de las crisis, incluso las dolorosas, como caminos de aprendizaje y cambio, pues a partir de ellas buscamos la causa de la enfermad, reconociendo los conflictos para permitir el cambio natural. No intentamos curar nada, el cambio ocurre de forma natural cuando la persona se entrega a los ciclos que integran los dolores y placeres de la vida. Solamente hay que prestar atención con compasión y entregarse, si luchamos para cambiar nos alejamos de nuestra realidad, del Aquí y Ahora y de nuestro Ser.
La figura del Chamán o Agente de Transformación frente a las Crisis
En muchas culturas la figura del chamán es alguien al margen de la sociedad, que vive de forma precaria, que ya de niño se identificaba como un ser especial, que ha pasado por muchas “muertes” o transformaciones en su vida. Los Chamanes no son seres perfectos ni especialmente sanos sino que pueden estar bastante enfermos, al borde de la locura, ser adictos o alcohólicos peleando continuamente por su propia salud. Por su propia trayectoria e historia, cada chamán es distinto. A lo largo de su vida habrá encontrado sus mecanismos de supervivencia, tendrá sus defensas neuróticas y unas habilidades especiales. Es desde esta vulnerabilidad que pueden empatizar, entender y acompañar con compasión a otros en sus dificultades vitales. Es desde este lugar que desarrollan una serie de habilidades “extra ordinarias”, inicialmente para sobrevivir, pero que luego se prestan para acompañar a otras personas en sus procesos de muerte y transformación.
Lo que les ayuda a vivir cerca de la muerte y posible locura son sus anclas y confianza en los espíritus y su apoyo, a través de la conexión que han desarrollado con ellos desde su propia necesidad.
Esta formación está orientada hacia estas personas, para ayudarles a integrar su vivencia, su locura y sus fuerzas, y para ponerles al servicio del bien de la humanidad, la paz, el amor y la consciencia. Los cursos tienen como base dotar de las herramientas necesarias y dar flexibilidad para poder apoyar y acompañar a los alumnos en el desarrollo de su propio estilo chamánico.
El Sanador Herido - peligros y precauciones
El concepto de la practica y formación espiritual y terapéutica (psicología, iglesia, religiones, movimiento transpersonal, Nueva Era... y chamanismo) atrae muchas personas heridas quienes, por distintos motivos, se sienten al margen de la “sociedad normal”. Hay una promesa implícita en ello que es algo así como - “Si rezo, medito y hago mi practica espiritual puedo escapar de los efectos complejos y dolorosos de tener cuerpo, emociones, sexo, relaciones, deseos... puedo evitar la vida material o económica, etc.” Esta es una trampa que es peligrosa tanto para el practicante como para cualquier persona que trabaje en ello. Todas las personas y todos los terapeutas tenemos nuestras heridas. Cuando tratamos de escondernos o escapar de estos dolores vamos perdiendo nuestra capacidad de ver claramente como nos encontramos y se van pervirtiendo nuestros intentos hacia la sanación. El terapeuta que intenta curar suele estar “usando”, de alguna manera, al cliente para su propio proceso, lo cual no es efectivo para ninguno de los dos. Podemos estar siendo más un peligro que una ayuda. Es cierto que cualquier terapeuta puede insensibilizar el “dolor” del cliente, no obstante ello conlleva, a la vez, no sólo la inhibición del crecimiento de la persona, sino también el origen de otro tipo de dolores mucho más complejos.
Nacimos en este mundo con ego, cuerpo, relaciones y emociones para aprender de ellas, para implicarnos y aprender de la vida económica. Cualquier dolor en estas áreas es nuestro maestro, para explorar abiertamente. En la medida que el terapeuta o sanador reconoce y cuida sus heridas puede estar capacitado para acompañar al otro en su proceso.
Los desequilibrios modernos nos separan de nuestra propia naturaleza. Colocar lo material ante lo espiritual, lo científico por encima de lo tradicional (o... ), son algunas de las causas del malestar humano y ecológico.
Con el Chamanismo intentamos sacar provecho de las señales de las crisis, incluso las dolorosas, como caminos de aprendizaje y cambio, pues a partir de ellas buscamos la causa de la enfermad, reconociendo los conflictos para permitir el cambio natural. No intentamos curar nada, el cambio ocurre de forma natural cuando la persona se entrega a los ciclos que integran los dolores y placeres de la vida. Solamente hay que prestar atención con compasión y entregarse, si luchamos para cambiar nos alejamos de nuestra realidad, del Aquí y Ahora y de nuestro Ser.
La figura del Chamán o Agente de Transformación frente a las Crisis
En muchas culturas la figura del chamán es alguien al margen de la sociedad, que vive de forma precaria, que ya de niño se identificaba como un ser especial, que ha pasado por muchas “muertes” o transformaciones en su vida. Los Chamanes no son seres perfectos ni especialmente sanos sino que pueden estar bastante enfermos, al borde de la locura, ser adictos o alcohólicos peleando continuamente por su propia salud. Por su propia trayectoria e historia, cada chamán es distinto. A lo largo de su vida habrá encontrado sus mecanismos de supervivencia, tendrá sus defensas neuróticas y unas habilidades especiales. Es desde esta vulnerabilidad que pueden empatizar, entender y acompañar con compasión a otros en sus dificultades vitales. Es desde este lugar que desarrollan una serie de habilidades “extra ordinarias”, inicialmente para sobrevivir, pero que luego se prestan para acompañar a otras personas en sus procesos de muerte y transformación.
Lo que les ayuda a vivir cerca de la muerte y posible locura son sus anclas y confianza en los espíritus y su apoyo, a través de la conexión que han desarrollado con ellos desde su propia necesidad.
Esta formación está orientada hacia estas personas, para ayudarles a integrar su vivencia, su locura y sus fuerzas, y para ponerles al servicio del bien de la humanidad, la paz, el amor y la consciencia. Los cursos tienen como base dotar de las herramientas necesarias y dar flexibilidad para poder apoyar y acompañar a los alumnos en el desarrollo de su propio estilo chamánico.
El Sanador Herido - peligros y precauciones
El concepto de la practica y formación espiritual y terapéutica (psicología, iglesia, religiones, movimiento transpersonal, Nueva Era... y chamanismo) atrae muchas personas heridas quienes, por distintos motivos, se sienten al margen de la “sociedad normal”. Hay una promesa implícita en ello que es algo así como - “Si rezo, medito y hago mi practica espiritual puedo escapar de los efectos complejos y dolorosos de tener cuerpo, emociones, sexo, relaciones, deseos... puedo evitar la vida material o económica, etc.” Esta es una trampa que es peligrosa tanto para el practicante como para cualquier persona que trabaje en ello. Todas las personas y todos los terapeutas tenemos nuestras heridas. Cuando tratamos de escondernos o escapar de estos dolores vamos perdiendo nuestra capacidad de ver claramente como nos encontramos y se van pervirtiendo nuestros intentos hacia la sanación. El terapeuta que intenta curar suele estar “usando”, de alguna manera, al cliente para su propio proceso, lo cual no es efectivo para ninguno de los dos. Podemos estar siendo más un peligro que una ayuda. Es cierto que cualquier terapeuta puede insensibilizar el “dolor” del cliente, no obstante ello conlleva, a la vez, no sólo la inhibición del crecimiento de la persona, sino también el origen de otro tipo de dolores mucho más complejos.
Nacimos en este mundo con ego, cuerpo, relaciones y emociones para aprender de ellas, para implicarnos y aprender de la vida económica. Cualquier dolor en estas áreas es nuestro maestro, para explorar abiertamente. En la medida que el terapeuta o sanador reconoce y cuida sus heridas puede estar capacitado para acompañar al otro en su proceso.